El diagnóstico de lipedema se realiza fundamentalmente mediante una correcta historia clínica y exploración física en la que vamos a identificar los síntomas que caracterizan al lipedema, la historia familiar, la presencia de otras enfermedades asociadas, los hábitos alimenticios, etc. ayudando a diferenciar la enfermedad entre:
Existen algunas pruebas que nos ayudan a realizar el diagnóstico diferencial:
A través de la ecografía podemos analizar la situación vascular, la cantidad de tejido graso y su fibrosis, y la acumulación del líquido en el espacio intersticial, para buscar las causas que provocan el dolor, pesadez y ese desorden de la grasa.
Con la fotografía determinamos las principales zonas diana que afectan al lipedema para su futura intervención.
Con la termografía vemos a través de las diferencias de temperatura la situación de las partes blandas del paciente pudiendo diferenciar posibles problemas que caracterizan la enfermedad.
A través del contraste más la fluorescencia podemos ver el estado del sistema linfático, fundamental a la hora de prevenir su afectación en las pacientes que optan por el tratamiento quirúrgico y posibles alteraciones del árbol linfático que motivarán un tratamiento diferente.
